EMPRENDIMIENTO FEMENINO

Este escrito trata de reconocer en el emprendimiento femenino una de las tantas respuestas de equidad y desarrollo buscadas por la mujer; que al igual que cualquier proceso colectivo femenino semana no solo resistencia, sino que involucra el género como elemento moldeador de las sociedades e iniciativas empresariales a pesar de las brechas existentes.

Algunas investigaciones mencionan los inicios del emprendimiento femenino en los años 80 (Abanades, 2016), pero otras marcan sus principios un par de décadas más (Castiblanco, 2013). Lo interesante es que, a pesar de diferir en fechas, los emprendimientos femeninos o su vinculación al campo empresarial han sido la respuesta de muchas para poseer un rol diferente al tradicional.

Aunque a través de los años se ha resignificado el rol que posee la mujer en la sociedad, pues tradicionalmente, las labores de las mujeres han estado orientadas a la maternidad, la crianza de los hijos e hijas y el cuidado de sus esposos (Kargwell, 2012), el género al ser concebido como una construcción social que ha creado el imaginario del rol que debe cumplir no solo la mujer sino el hombre en la sociedad sigue imponiendo a su voluntad las habilidades y oportunidades de ambos.

Por tanto, ha sido complejo y difícil la inserción de la mujer en el campo empresarial, aún más en la formulación y aplicación de proyectos de emprendimiento. Partidario de ello, ha sido el contexto y la definición cultural del género que han jugado un papel importante y preponderante en la decisión de iniciar una actividad productiva por parte de la mujer.

En el 2012, se menciona que los emprendedores colombianos muestran una mayor actividad emprendedora que las mujeres, por cada 100 hombres emprendedores hay 57 mujeres
emprendedoras, manteniendo las brechas entre hombres y mujeres (Castiblanco, 2013). En el 2017, el panorama fue más alentador pues se refiere a la mujer y el hombre como emprendedores fuertes y con diferencias mínimas según estudio realizado del Global Entrepreneurship Monitor -GEM- (Las mujeres emprenden porque quieren, los hombres porque lo necesitan, marzo 8 2019). No obstante, las cifras de la cámara de Comercio de Bogotá -CCB- para el mismo año registran que cerca al 30% de los representantes legales de los emprendimientos son mujeres, pero más del 70% son hombres.

Y es que no es para menos, países como Colombia en vía de desarrollo, el ambiente sociocultural en que son educadas las mujeres es adverso, sus actividades siguen siendo fuertes dentro del contexto familiar donde asumen roles directamente relacionados con la educación recibida. Incluso, si se vinculan a campos diferentes, no pueden dejar o delegar sus funciones a otros (Hossain, Naser, Zaman & Nuseibeh, 2009).

Todo lo anterior, hace posible pensar que las barreras culturales y sociales han dificultado por siglos el acceso al mercado laboral en las mismas condiciones que los hombres. No obstante, las mujeres siguen potencializándose en la educación y la  participación en contextos políticos y económicos a pesar de que aún existan brechas enormes. Entre los factores que han permitido que las mujeres incursionen en los sectores económicos desde los negocios está el empoderamiento y la generación de ecosistemas enfocados en apoyar el emprendimiento femenino. 

Los sectores principales de intervención de las mujeres emprendedoras son los servicios empresariales, moda y turismo según la CCB. No ha sido un camino fácil, pero lo cierto es que se ha podido cerrar un poco -con muchas dificultades- las brechas y desventajas en los mercados para la mujer. Lo que ha significado, un impacto enorme en la contribución del crecimiento, desarrollo y bienestar de las sociedades.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *