UN ABORDAJE PRELIMINAR A LAS CAUSAS DEL TRABAJO INFANTIL

El trabajo infantil (TI) no es un tema nuevo, ha estado vinculado a la ayuda que los niños, niñas y adolescentes pueden brindar para con su núcleo familiar y para con su propia subsistencia a los largo de la historia. Sin embargo, comienza a ser identificado como una problemática a ser tenida en cuenta y, objeto de ser erradicada o, al menos ser regulada, desde mediados del siglo XX. A partir de esta época se comienza a reconocer el impacto negativo y sus consecuencias, como la afectación en desarrollo integral, la desescolarización y los problemas asociados a la salud de los niños, niñas y adolescentes (NNA) que se ven involucrados en actividades laborales, más allá de una simple actividad de colaboración (Pedraza, 2007).

Estas acciones iniciaron buscando una solución al TI, primero desde gestiones individuales por parte de los gobiernos, para de forma posterior establecer mesas de discusiones internacionales que han abordado el problema desde un compromiso global y unánime. Esta búsqueda global al problema fue causa para la generación de los convenios N° 138 (1973) sobre la edad mínima de admisión al empleo y el N° 182 (1999) sobre las peores formas del trabajo infantil, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), así como La Convención de los Derechos del Niño (1989), de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Al hacer referencia a la conceptualización del trabajo infantil se hallan diferentes enfoques; no obstante, como referencia principal se toma la proporcionada por la OIT, que agrupa las principales características para identificar el concepto:

El trabajo infantil es toda actividad de niños, niñas o adolescentes, remunerada o no, que se realiza al margen de la ley, en condiciones peligrosas o insalubres, que violentan sus derechos, o que les puede producir efectos negativos, inmediatos o futuros, para su desarrollo físico, mental, psicológico o social, u obstaculizar su educación (OIT, 2014, p.3).

Al abordar la problemática del trabajo infantil, se presenta una contrariedad entre lo que se cataloga ayuda y lo que se entiende como trabajo de los NNA en compañía de sus familias. Por consiguiente, Ayala et al. (2013) evidencian que las familias ven el trabajo realizado por los NNA como una colaboración para con la obtención de ingresos del hogar o el sustento de estos, así como para la formación y enseñanza de saberes relacionada al trabajo heredado, especialmente en las áreas rurales. Por lo que no en todos los sectores el aporte de los NNA es visto desde un enfoque negativo.
Así, es importante hacer referencia, en que no toda actividad que realiza el NNA debe ser catalogada como trabajo infantil y que por lo tanto no toda labor realizada por los niños, niñas y adolescentes debe ser erradicada. En razón, a que el menor puede presentar una colaboración hacia su familia, aprender un saber o iniciar una actividad por gusto propio, siempre que esta no afecte su desarrollo ni su salud, no presente condiciones peligrosas, no se violenten sus derechos, no genere una desescolarización y se les reconozca sus aportes; sean económicos y/o emocionales.

Al hablar de trabajo infantil, el aporte realizado por los niños niñas y adolescentes es fácilmente infravalorado, tanto a nivel económico (no se les paga lo justo y se abusa de su trabajo), como en el sacrificio de su desarrollo integral como niño. Especialmente en aquella participación de los NNA en actividades laborales por razones de escasos recursos y situaciones de pobreza (Leyra, 2010). Sin embargo, como ya se explicó anteriormente, no todos los niños, niñas y adolescentes se involucran en el trabajo infantil por razones económicas. Algunos NNA son los que buscan realizar actividades laborales de forma voluntaria, con el fin de sentirse parte de su comunidad o sentirse útiles para con su familia esperando obtener así un reconocimiento y una aceptación social. Este fenómeno está estrechamente relacionado las concepciones culturales de cada sociedad (Calderón 2004).
De esta manera, aunque la mayoría de los estudios e investigaciones consideran a la pobreza la principal causa de la existencia del trabajo infantil, existen otras razones por las que aun hoy en día persiste el TI. García (2009) las reúne en 4 categorías, como son: causas económicas, culturales, educativas y políticas.
Las causas económicas es cuando el NNA debe trabajar para aportar a los ingresos de su familia o para garantizar su propia supervivencia, siendo la principal razón para trabajar los escasos recursos monetarios. Mientras que las causas culturales contemplan al NNA como un actor valioso y activo que puede aportar a la comunidad.

Las causas educativas involucran la falta de cobertura y calidad en el sistema educativo, la baja capacidad para retener a los niños en las escuelas, y la escasa importancia de la educación atribuida por algunos sectores, especialmente rurales (Pico, Sánchez y Albornoz, 2010). Finalmente, las causas políticas están encaminadas a los pocos recursos invertidos, desde los gobiernos, para darle solución a esta problemática, así como a la falta de apoyo a los procesos y estrategias para que puedan ser sostenidas en el tiempo.

Por consiguiente, el trabajo infantil es un fenómeno y una problemática de carácter compleja, que requiere la participación integral de múltiples actores para lograr combatirla. Por lo tanto, no solamente debe ser abordada por las agendas gubernamentales de los países que luchan contra su erradicación, sino que, a su vez, debe involucrar a todos los actores participantes de las cadenas de producción incluidas las empresas, el sector educativo y los consumidores.

Nota: el presente escrito es la primera entrega de una colección enfocada en el trabajo infantil.

En posteriores entregas se abordará las consecuencias, y cómo los diferentes actores se pueden involucrar en la erradicación de esta problemática desde su responsabilidad social.

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