INNOVACIÓN ORGANIZACIONAL

La innovación puede ser entendida y definida según el enfoque, el contexto y las áreas de conocimiento desde donde se contemple. Así, la innovación organizacional se puede entender como algo nuevo que sirve para la empresa, y que puede ser a nivel interno (procesos) o hacia el cliente (productos y servicios), de esta forma, el concepto se puede clasificar según su alcance (Formichella, 2005).

La innovación organizacional, según Echeverría (2008), aborda cualquier mejora o creación a nivel interno de la empresa, por lo que esta se puede dar o generar en las actividades, procesos, métodos o en la misma estructura organizacional, mientras que a nivel externo contempla la mejora o creación de un producto o servicio con el objetivo de satisfacer al cliente. Por lo tanto, las innovaciones internas posibilitan la generación de ambientes eficientes y productivos, para ayudar a cumplir la promesa de valor de la empresa por medio de la comercialización de productos o servicios innovadores (Popadiuk y Choo, 2006; OCDE y EUROSTAT, 2005).

Así, el reto para las organizaciones es entonces generar ambientes innovadores e identificar las capacidades y recursos que puede utilizar a su favor, como el estímulo a la creatividad. Por consiguiente, la innovación debe ser parte de la cultura empresarial y, por lo tanto, no debe ser fruto de esfuerzos aislados que partan de un compromiso individual, sino de una estrategia colectiva que sea liderada y planeada por la alta dirección, y que comprenda los estímulos a los empleados, las oportunidades existentes en el entorno, las fortalezas diferenciales que debe seguir potencializando la empresa, y la selección de recursos definidos en la planeación estratégica para el desarrollo de innovación e investigación (Morales, Ortíz y Arias, 2012; Salazar, 2010). 

De la misma manera, la innovación no es una tarea individual de la organización, por lo que las empresas pueden aprovechar los sistemas dinámicos que son impulsados por el gobierno por medio de clúster, con el fin de generar alianzas con el sector educativo, compartir recursos con los diferentes actores del sistema productivo y generar procesos de comunicación abiertos que fomenten la innovación y la productividad (Draghici et al., 2015; Ranga y Etzkowitz, 2013; Tedesco, 2000).

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